Muchos escritores, historiadores e investigadores han escrito sobre la regia personalidad de Jesucristo y su obra salpicada de humildad, perdón y amor.
Pocos se han concretado en investigar el juicio, tanto religioso ante el Sanedrín judío, como el político-legal ante el pretor romano Poncio Pilato, y han omitido las graves anomalías que se cometieron, tanto contra el derecho hebreo como al código legal romano, respectivamente.
En este ensayo hemos intentado investigar, de la mejor manera que nos ha sido posible, si la Junta Suprema judía cumplió o no con su deber y obligación ante Dios y ante los hombres en el juicio religioso al Nazareno, y si el procurador romano aplicó el supremo principio del Lex Iusta Imperet (ley justa impere), que era el tema de su función como pretor, en el juicio político-legal que realizó al Galileo, quien le fue presentado en forma intempestiva e ilegal.
Ojalá, amable lector, que hayamos logrado -ya que ello es nuestro mejor propósito- presentar a su amable consideración un pequeño estudio provechoso y ameno, ajeno a la inclinación de religión alguna y respetuoso del libre pensamiento. Si tal propósito nos fue posible, será el mejor pago a nuestra inquietud profesional y a nuestro modesto esfuerzo».
Jorge Guillén Figueroa